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Lengua sucia: manantial de blasfemias
Una respiración jadeada de versos breves hace serpentear la poesía lúdica y lúbrica de Reynaldo Sietecase, que por medio del sarcasmo y a ratos del humor, le da cuerda a la minucia de lo cotidiano. El “latido enloquecido” de un colibrí, el aroma obsequioso del mandarino, un “bicho”, el accidente de trabajo en una obra, una calesita con ángeles y fantasmas disputando la sortija, un maniquí plantado en la espera o las recetas de una abuela que: “Descuidada/ sazona/ la vida que nos resta”, bien pueden ser los disparadores de un texto.
Mediante una poética con aires de desafío -“Lengua sucia”: “Áspera/ y malvada… Carnal… Manantial de blasfemias// Quiero ver quien se anima/ a lidiar con su afán/ A bañarse en el néctar/ de su oscura saliva”- Sietecase abre un amplio álbum de temas que van de la intimidad vociferada a la coyuntura existencial, de la foto familiar a los vuelos de la muerte. Instancias que se enlazan al hablante flaneur y hedonista, y al poeta que porta la marca del periodismo y la novela. De ahí, estos textos cruzados por pasajes narrativos y micro crónicas. Sobre todo cuando la mirada del poeta se vuelca sobre los marginados, los descartados, los discriminados. En el poema “El vecino de Hikmet”, escribe: “Soy turco/ nacido en la bella Estambul/ sobreviviente asilado en un oscuro albergue/ de una ciudad incendiada de Alemania/ No conocí a mi vecino Nazim Hikmet/ pero sus versos estaban escritos en la pared del cuarto/ que quemaron los nazis”.
Si los núcleos de la escritura de Sietecase están implícitos en el mencionado eje del ámbito cotidiano, habitual, diario, tanto como en su reverso, ese registro del caminante, del viajero; hay que destacar entre todos ellos dos tópicos: la muerte y el amor. Sobre todo este último, extrovertido, proclamado, sin mediaciones, al desnudo. En un extenso diario amatorio el autor anota un deseo (“Su piel se convirtió en promesa”) y una orfandad (“La ausencia de tus huesos/ en mi almohada”); disimula un adiós con un juego de palabras (“Me dolías el día que te perdí/ Melodías del día en que te perdí”), pero ratifica una urgencia (“Todo es ahora”) y una certidumbre (“Ella llegó para fundarme”).
Es en la cuerda de este lenguaje despojado donde Sietecase cuelga su coloquio urbano, sus diálogos, sus peripecias fónicas con rimas asonantes, versos rengos y alejandrinos destripados, sus poemas-letras de canciones, su tono de plegaria e ímpetu coplero, en suma una escritura tensada entre Mario Benedetti y Nicanor Parra, principales afluentes de una tendencia que algunos críticos gustosos del arte de etiquetarlo todo denominaron “conversacionalismo”.
No hay que indagar mucho para observar un intento desacralizador de esta Lengua sucia que avanza a zancadas por fuera de lo canónico, en línea con aquel Pablo Neruda que en 1935 se pronunció por una poesía: “gastada como por un ácido por los deberes de la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente a orina y a azucena … impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías”, conducida por “el deseo sexual, el ruido del océano… el arrebatado amor (y ) un magnífico tacto”.
Con un movimiento pendular entre lo compasivo y lo impiadoso, Lengua sucia nos coloca frente a espejos que dibujan con extrema franqueza el perfil de la sinuosidad existencial; ese hato donde van revueltos el ímpetu y el abatimiento, los sueños y el escepticismo, Vale decir, lo humano, en su maravilla y en su horror.
Prólogo de Jorge Boccanera a la edición de Lengua Sucia (Editorial Lumen), la antología de Reynaldo Sietecase que acaba de publicarse en formato e-book ( www.megustaleer.com.ar/libros/lengua-sucia/MAR-015158/LQ/9788426481030 ) y que en Junio estará a la venta también en formato físico. El libro está compuesto por un volumen inédito y una amplia selección de textos de todos sus poemarios publicados. Aquí dos poemas, a modo de anticipo.
El tiempo no viene como antes
Todo era más lento
Las gambetas
El camino a tu boca
Los almuerzos familiares
El último cigarro
La siesta obligatoria
El tiempo nos perdía
y ni nos enterábamos
Había trenes a cualquier sitio
Parientes lejanos
Misterios sencillos
Películas en continuado
Verdad sin consecuencia
Vermú del mediodía
La nostalgia era un veneno
apenas conocido
Mi amor se sellaba en un beso
El futuro
quedaba en el futuro
Nadie se moría de improviso.
Lengua sucia
Áspera
y malvada
Lista para la esgrima
Carnal
Letal
Un bisturí
Lame y lastima
No responde al cerebro
Ni la contiene el paladar
Inflamada
Afeitada
Insumisa
Músculo carmesí
Manantial de blasfemias
Quiero ver quien se anima
a lidiar con su afán
A bañarse en el néctar
de su oscura saliva.
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