La desinformación sobre el COVID-19 también mata gente

La confluencia de información errónea y enfermedades infecciosas no es exclusiva del COVID-19. De hecho, la desinformación contribuyó a la propagación de la epidemia de ébola en África occidental, y afecta los esfuerzos por educar al público sobre la importancia de vacunar contra el sarampión.

Pero cuando se trata de COVID-19, la pandemia ha llegado a ser definida por un tsunami de desinformación persistente sobre cualquier tema, desde la utilidad de las máscaras y la eficacia del cierre de escuelas, hasta la sabiduría detrás del distanciamiento social, e incluso la promesa de remedios no probados.

Según un estudio publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica (EE.UU.), las áreas del país expuestas a programas de televisión que minimizan la gravedad de la pandemia vieron un mayor número de casos y muertes, porque la gente no siguió las precauciones de salud pública.

En los Estados Unidos, la desinformación difundida por elementos de los medios de comunicación, por líderes públicos y por personas con grandes plataformas de redes sociales ha contribuido a una parte desproporcionadamente grande de la carga de COVID-19: albergan al 4 por ciento de la población mundial, pero representan el 22 por ciento de las muertes mundiales por COVID-19.

Con el invierno boreal cerca y las personas pasando más tiempo bajo techo, es más imperativo que nunca contrarrestar la información errónea y comunicar claramente los riesgos al público. Además, mientras esperamos la llegada de una vacuna, es igualmente importante armar al público con hechos. Y a este respecto hay mucho trabajo por hacer: una encuesta reciente encontró que sólo la mitad del público estadounidense planea recibir una vacuna COVID-19.

A continuación, algunas recomendaciones clave para la comunidad científica, profesionales de la salud pública, miembros del público y la industria sobre lo que pueden hacer para mitigar eficazmente el efecto de la información errónea en torno a la respuesta al COVID-19:

Una campaña coordinada de influencers que apoyan la ciencia y la salud pública

Un estudio sobre COVID-19 en redes sociales reveló información errónea de políticos, celebridades y otras figuras prominentes que representaron alrededor del 20 por ciento de las afirmaciones, pero representaron el 69 por ciento del engagement total en las redes sociales. Por lo tanto, las figuras de la salud pública que tienen credibilidad deben asociarse con personas influyentes en las redes sociales que tengan el alcance.

Es necesario aprovechar el amplio alcance de personas influyentes locales, regionales y nacionales de una amplia franja de sectores, tanto dentro como fuera de la comunidad de salud pública, para contrarrestar el gran volumen de desinformación que se introduce en el ecosistema de la información.

Una campaña coordinada de personas influyentes que combine expertos en la materia con artistas, figuras políticas, empresarios y sectores de la sociedad civil ayudará a ampliar la orientación coherente de salud pública en las redes sociales, medios digitales y medios tradicionales.

Un esfuerzo agresivo y transparente de las redes sociales que trabajan en cooperación con los gobiernos para eliminar información marcadamente falsa sobre COVID-19

La categoría más grande de afirmaciones engañosas o falsas (39%) son caracterizaciones erróneas o mensajes engañosos sobre acciones o políticas de las autoridades públicas. Aunque las redes sociales están aumentando sus esfuerzos para eliminar la información errónea sobre COVID-19 de sus plataformas, sus esfuerzos son en gran parte reactivos y retrasados, durante los cuales circula información dañina entre los espectadores involuntarios. Es por eso que los funcionarios de salud pública deben trabajar con las empresas de redes sociales a través de asociaciones sólidas para identificar fuentes comunes de información errónea; anticipar proactivamente la información errónea futura de esas fuentes; y permitir su eliminación casi en tiempo real. Para ser creíble, este proceso debe ser sólido, transparente y no partidista.

Además de desenmascarar y eliminar la información falsa: una robusta campaña pública que vaya más allá del tradicional mensaje unidireccional del gobierno

Las redes sociales son populares porque brindan a individuos, grupos e instituciones la oportunidad de tener conversaciones dinámicas. Sin embargo, los mensajes de salud pública de los funcionarios generalmente deben aclararse a través de un proceso de revisión prolongado que no les permite conversar en tiempo real con la audiencia para educar y desacreditar la información errónea.

Para ser más efectivos, los funcionarios de salud pública deben desarrollar estándares y guías que les permitan interactuar dinámicamente con el público de manera más oportuna. Las conversaciones dinámicas y los mensajes proactivos entre los funcionarios de salud pública y el público pueden tener más impacto que eliminar información falsa de las plataformas de redes sociales, especialmente porque la eliminación suele ocurrir mucho después de que un número significativo de personas ya estuvieron expuestas al mensaje falso.

Detectar, comprender y exponer información errónea relacionada con COVID-19 a través de la ciencia de datos y el análisis del comportamiento

Cualquier esfuerzo destinado a transmitir hechos a grandes audiencias requiere aprovechar y comprender los datos de la audiencia. Esto es lo que hace que la industria de la publicidad sea tan poderosa. Desafortunadamente, los comunicadores de salud pública no han adoptado las capacidades básicas a las que la industria está acostumbrada. Estas capacidades incluyen comprender las preferencias de varios sectores del público activo en las plataformas de redes sociales a fin de entregar información oportuna y destacada que resuene con ellos. Estas son capacidades que utiliza habitualmente la industria publicitaria, y serían muy útiles para el sector de la salud pública en su esfuerzo por comprender mejor a las audiencias y persuadirlas a favor de los comportamientos preferidos.

Hacer coincidir las promesas de salud pública con las capacidades que un gobierno puede cumplir

Las lecciones anteriores de las campañas de los medios de comunicación de salud pública indican que cualquier consejo de los funcionarios de salud pública debe coincidir con la capacidad de prestar servicios a esas audiencias. Por ejemplo, las guías para los test deben ir acompañadas de test COVID-19 de fácil acceso. La guía para el uso de máscaras debe cumplirse con una amplia disponibilidad de máscaras. Y cualquier campaña de educación sobre la eficacia de las vacunas o terapias debe cumplir con una disponibilidad y asequibilidad suficientes de esas medidas.

Contrarrestar eficazmente la infodemia de desinformación que rodea a la pandemia de COVID-19 jugará un papel importante para aplanar la curva y, en última instancia, derrotar al virus. Las lecciones de las enfermedades transmisibles destacan el hecho de que las estrategias de comunicación de salud pública agresivas son imperativas para frenar las enfermedades.

En la era de las redes sociales, la difusión de información errónea constituye un obstáculo importante para esos esfuerzos, y requiere una respuesta aún más sofisticada. La ejecución de las recomendaciones detalladas anteriormente ayudará a contrarrestar eficazmente la información errónea que rodea a la pandemia actual, y ayudará a protegernos de la próxima.