El Papa homenajeó a las víctimas del 11-S en el ‘Ground Zero’

En el cierre de su visita de una semana a los Estados Unidos, el Papa Benedicto XVI rezó en el “Ground Zero” de Nueva York, allí donde se alzaban las Torres Gemelas.

El Pontífice oró por las aproximadamente 3 mil víctimas del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001. “Dios de la paz, concede tu paz a nuestro violento mundo: paz en los corazones de todos los hombres y mujeres y paz entre las naciones de la Tierra. Lleva por tu senda de amor a aquellos cuyas mentes y corazones están nublados por el odio”, dijo, tras encender un cirio pascual. Además, habló con familiares de las víctimas.

Luego se trasladó al estadio de baseball de los Yankees de Nueva York, donde encabezó una misa para 60 mil asistentes. Después de Pablo VI en 1965, y de Juan Pablo II en 1979, Joseph Ratzinger se convirtió en el tercer Papa que encabeza allí un oficio religioso.

“En esta tierra de libertad y oportunidades, la Iglesia ha unido rebaños muy diversos en la profesión de fe y, a través de sus muchas obras educativas, caritativas y sociales, también ha contribuido de modo significativo al crecimiento de la sociedad americana en su conjunto”, ponderó el Papa. Se dirigió en español a los hispanos y condenó el terrorismo y el aborto. «Se trata de las únicas verdades que pueden garantizar el respeto de la dignidad y de los derechos de todo hombre, mujer y niño en nuestro mundo, incluidos los más indefensos de todos los seres humanos, como los niños que están aún en el seno materno», subrayó en este último punto.

La noche previa, en un encuentro con seminaristas, Ratzinger habló por primera vez sobre su paso por las juventudes hitlerianas durante su adolescencia. «Mis años como adolescente estuvieron marcados por un régimen siniestro que pensaba que tenía todas las respuestas; su influencia creció, filtrándose en las escuelas y en los organismos civiles, así como en la política e incluso en la religión, antes de que se reconociera por el monstruo que era. Desterró a Dios y así se convirtió en insensible a lo real y bueno», afirmó. En su despedida de suelo norteamericano, recibió el saludo del vicepresidente Richard Cheney.